El poderoso dólar estadounidense: Cómo su fortaleza desató la inflación mundial

2024/6/3

Durante 2023 y 2024, el dólar estadounidense se fortaleció como nunca, impulsado por un sólido crecimiento económico estadounidense del 2,5 %, las subidas de tipos de interés por parte de la Reserva Federal, que llevaron los intereses a un máximo del 5,5 %, y la afluencia de inversores al refugio del dólar en medio de incertidumbres mundiales como la prolongada guerra entre Rusia y Ucrania y la escalada de las tensiones entre Estados Unidos y China.

Este poderoso dólar, cuyo valor subió más de un 15% en 2022 frente a otras divisas importantes, medido por el Índice del dólar estadounidense (DXY), causó conmoción en los mercados de divisas (Forex) de todo el mundo.

Conmoción monetaria

Al dispararse, el dólar ejerció una enorme presión sobre el valor de otras divisas, provocando grandes fluctuaciones en el comercio de divisas, uno de los mercados financieros más grandes y líquidos, con 7,5 billones de dólares negociados diariamente.

A los inversores les resultaba más caro financiar operaciones y apuestas arriesgadas de divisas, mientras que los bancos centrales veían impotentes cómo sus reservas de divisas perdían un valor estimado en más de 1,2 billones de dólares debido al fortalecimiento del dólar, lo que llevó a algunos a diversificarse en otras divisas de reserva.

Presiones inflacionarias

La fortaleza del dólar también tuvo importantes consecuencias para la inflación en todo el mundo. El descenso de los precios de importación de muchos países, debido a la depreciación de sus monedas frente al poderoso dólar, ejerció una presión a la baja sobre las tasas de inflación nacionales.

Sin embargo, para los propios Estados Unidos, la fortaleza del dólar hizo que las importaciones fueran más asequibles para los consumidores estadounidenses, pero también perjudicó a las exportaciones al encarecer los productos estadounidenses para los compradores internacionales.

Esta situación planteó un complejo reto a la Reserva Federal en su lucha contra una inflación obstinadamente elevada, que se situó en torno al 5-6% en 2023-2024. Aunque la fortaleza del dólar ayudó a aliviar algunas presiones inflacionarias procedentes de las importaciones, también supuso un riesgo de ralentización del crecimiento económico estadounidense al afectar a las exportaciones y a los beneficios empresariales.

Los bancos centrales de todo el mundo tuvieron que considerar cuidadosamente estas dinámicas a la hora de formular sus políticas monetarias para controlar la inflación sin que sus economías entraran en recesión.

Los problemas de los mercados emergentes

Las economías en desarrollo fueron las que más sintieron la ira del dólar. Países como Turquía vieron cómo su agitada lira se desplomaba más de un 50% frente al robusto dólar, mientras que Argentina, asolada por la crisis y con una asombrosa tasa de inflación del 211,4%, vio cómo su peso se desplomaba drásticamente frente al disparado dólar.

Países como Sri Lanka y Ghana, encadenados por elevadas deudas denominadas en dólares, vieron cómo sus costes de reembolso se disparaban en miles de millones, exacerbando la inestabilidad económica y aumentando el riesgo de impago. La volatilidad de las divisas se disparó, ahuyentando a los inversores extranjeros y provocando desestabilizadoras fugas de capitales de países en dificultades como Pakistán y Perú.

Las materias primas, golpeadas

El efecto dominó también afectó duramente a los exportadores de materias primas. Con la subida del dólar, las materias primas que se comercian en todo el mundo, como el petróleo, el cobre y el oro, se encarecieron para los compradores internacionales que utilizan divisas más débiles, lo que redujo drásticamente la demanda.

Los precios del petróleo cayeron de más de 90 dólares a unos 70 dólares por barril, el cobre cayó un 15% y el oro perdió un 10% de su valor frente al dólar.

Esto golpeó los ingresos por exportaciones y el crecimiento económico de economías ricas en recursos como Canadá, Australia y Brasil, debilitando brutalmente sus monedas vinculadas a las materias primas.

Agitación en el comercio de divisas

El dominio del dólar sacudió los principales pares de divisas preferidos tanto por los operadores como por las multinacionales. El euro perdió un asombroso 7% frente al implacable dólar, la libra esterlina cayó un 11%, mientras que el yen japonés se desplomó más de un 16% frente al poderoso dólar.

Empresas estadounidenses como Walmart y Caterpillar, que exportan productos al extranjero, tuvieron más dificultades para competir en precios, mientras que rivales extranjeros como Toyota y Volkswagen ganaron ventaja vendiendo sus productos más baratos en el lucrativo mercado estadounidense.

Las empresas mundiales tuvieron que revisar urgentemente sus estrategias de precios y sus tácticas de cobertura de divisas para proteger sus márgenes de beneficios de estas oscilaciones bruscas.

Guerra de divisas

Algunos países recurrieron a agresivas intervenciones monetarias para preservar la competitividad de sus exportaciones frente al imponente dólar.

El Banco de Japón gastó la cantidad de 60.000 millones de dólares en sostener el yen, su mayor intervención en el mercado en más de dos décadas.

Para no quedarse atrás, el Banco Nacional Suizo desembolsó más de 100.000 millones de dólares en un esfuerzo concertado por frenar la fuerte subida de su franco frente al euro y el dólar, que amenazaba las exportaciones suizas. China también debilitó el yuan alrededor de un 8% para apoyar a sus exportadores.

Pero estos movimientos tan drásticos avivaron en los mercados el temor a que estallara una destructiva “guerra de divisas” si los países devaluaban continuamente sus monedas para obtener una ventaja exportadora.

¿Qué nos depara el futuro?

Predecir la trayectoria del dólar en el futuro sigue siendo uno de los debates más candentes en las capitales financieras.

Algunos economistas y analistas esperan que la fortaleza del dólar se enfríe gradualmente a medida que las principales economías mundiales se estabilicen y que otros bancos centrales, como el Banco Central Europeo, sigan a la Reserva Federal en su agresiva subida de tipos para contener la inflación.

Sin embargo, otros señalan que el afianzamiento del dólar como principal divisa de reserva mundial, que representa actualmente el 59% de las reservas mundiales de divisas, unido a los resultados económicos relativamente sólidos de Estados Unidos y al atractivo de sus mercados financieros, son factores estructurales de peso que refuerzan la prolongada hegemonía del dólar.

Factores inciertos como la persistente inflación en torno al 5-6% en los países desarrollados, los movimientos de los tipos de interés por parte de los bancos centrales, las tensiones comerciales, los cambios en las cadenas de suministro mundiales, las perturbaciones de los mercados de materias primas y los brotes geopolíticos seguirán sin duda agitando y moldeando el valor de las divisas en el futuro.

Las empresas que operan en todo el mundo, los inversores institucionales con riesgos transfronterizos y los operadores individuales tendrán que permanecer muy atentos, reforzándose con sólidas estrategias de gestión del riesgo de divisas, cobertura activa mediante derivados como futuros y opciones, y carteras bien diversificadas para navegar con seguridad en este panorama cambiante.

En conclusión, el asombroso comportamiento del dólar estadounidense durante 2023-2024 provocó una convulsión en las divisas mundiales y un frenesí en el trading de divisas.

Aunque se sigue debatiendo acaloradamente la prolongación del peso pesado del billete verde, su posición preeminente como divisa de reserva mundial, unida a la fortaleza económica y financiera de Estados Unidos, garantiza que sus movimientos seguirán reconfigurando los flujos del trading internacional, reorientando los movimientos de capital y azotando los tipos de cambio en todo el mundo en un futuro previsible.

Una preparación constante mediante una cobertura prudente de las divisas, una mitigación rigurosa de los riesgos y una política internacional coordinada serán vitales para capear las futuras tormentas del dólar que sacudan el orden financiero mundial.